En ocasiones se plantean cuestiones sobre las características de las diferentes clases de receptores y la necesidad de conexión a tierra de los mismos, para lograr una adecuada seguridad contra contactos eléctricos. Con objeto de resolver estas dudas, describimos la actual clasificación de los receptores eléctricos:
- Clase 0: Son los aparatos que no llevan dispositivos que permitan unir las partes metálicas accesibles a un conductor de protección. Su aislamiento es un aislamiento funcional.
- Clase I: Estos aparatos llevan dispositivos que permiten unir las partes metálicas accesibles a un conductor de protección. Cuando la alimentación al aparato se realiza por medio de un conductor flexible, éste debe incluir el conductor de protección, y su clavija de toma de corriente debe incluir el contacto para dicho conductor. Su aislamiento es un aislamiento funcional.
- Clase 0I Estos aparatos llevan un borne para puesta a tierra y conductor flexible de alimentación que no incluye conductor de protección ni clavija de tierra. Su aislamiento es un aislamiento funcional.
- Clase II: Son aparatos que no necesitan dispositivos que permitan unir sus partes metálicas accesibles a un conductor de protección, ya que su aislamiento es un doble aislamiento.
- Clase III: Estos aparatos están previstos para ser alimentados a tensiones no superiores a 50 V. No tienen ningún circuito (interno o externo) que funcione a tensión superior a 50 V. Por lo tanto, tampoco necesitan dispositivos para unir sus partes metálicas accesibles a un conductor de protección.
En las anteriores definiciones, se ha denominado aislamiento funcional al aislamiento necesario para asegurar el funcionamiento normal de un aparato y la protección fundamental contra los contactos directos. Doble aislamiento es cuando, además del aislamiento funcional, existe otro aislamiento independiente, previsto para asegurar la protección contra los contactos indirectos, en caso de fallo del aislamiento funcional.
Queda claro que los receptores eléctricos aceptables para una instalación convencional son los de Clase I, en tanto que los de Clase II son interesantes para lugares de características especiales, tales como locales húmedos o mojados (cuartos de baño, vestuarios, etc.); finalmente, los de Clase III se utilizan en aplicaciones singulares en las que los riesgos derivados de un contacto indirecto son muy elevados, tales como caldererías, grandes depósitos metálicos, etc.
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